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Lanzada en 2013, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) es un programa a gran escala diseñado para reforzar la «conectividad» entre China y otras regiones del mundo. En este contexto, han surgido varios proyectos de corredores de transporte entre China y Europa a través de Asia Central. Han despertado tanto el interés como el recelo de los Estados de la región, ansiosos por beneficiarse de los proyectos chinos a la vez que preservan su independencia. Así pues, ¿son las «Nuevas Rutas de la Seda» un factor de convergencia de los intereses de los Estados de la región o un factor de rivalidad? Este trabajo analiza las relaciones entre China, Rusia, Kazajistán, Turquía e Irán en cuanto a su percepción de los proyectos de corredores ferroviarios que han surgido o se han modernizado desde 2013.