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Este artículo se apoya en el análisis clínico de una situación institucional a partir de la cual el autor muestra el vinculo originario de la identidad con juicio de atribución. Enfrenta el trabajo de identificación con la construcción de la identidad en lógica formal. Pone de manifiesto los vínculos entre identidad y verdad, y cómo la afirmación identitaria tiende hacia una tautología cuya meta es borrar la conflictividad psíquica pero que también cumple una función de delimitación psíquica.Esta tautología, según el autor, revela la persistencia silenciosa de la identidad de percepción dentro del vinculo del sujeto con el otro y más de uno. A partir de estas hipótesis, el autor reexamina la clínica de dos textos de J. Lacan: el complejo de la intrusión y el estadio del espejo. Muestra cómo el intruso cumple una función que estructura al permitir al sujeto destinarle sus impulsiones, en particular los avatares de la impulsión de muerte, y de metabolizarles en un vinculo al otro y más de otro. El fracasar en este trabajo lleva los sujetos estados-límites en un proceso de venganza generalizada