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Proveniente por su padre de una familia con un narcicismo grandioso rodeado de leyendas, y vinculado por su madre a un grupo libertino de Condé, Sade revindicó un aislamiento físico, filosófico, un solipsismo moral, hasta crear un topos del goce libertino, donde el otro no es más que un desobjeto de placer. Entre idealización del padre y odio a la madre, identificación prestigiosa y sentimiento de abandono, de traición que llega hasta la persecución, su narcisismo ha sido descuartizado entre la vida y la muerte. Sometido a una larga prueba de resistencia en prisión, sus pulsiones sexuales han sido limitadas a la sublimación, pasando del acto a los pensamientos y a la escritura, pero sus escritos más obscenos testimonian una sublimación de muerte, con desobjetivación, hiperactividad física disociada del afecto y erigida en un saber poderoso sobre el goce que va hasta el mandato.