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A partir de la actividad clínica de un equipo de psiquiatría para adultos en un apartamento asociativo, este artículo precisa de qué forma la pluralidad de espacios-tiempos y de funciones curativas hacen de este dispositivo un incentivo terapéutico pasando por la mediación del cotidiano más práctico para ir hacia la revelación progresiva de mecanismos de defensa y de constelación de identificación de los pacientes. El enfoque terapéutico se despliega en torno a un doble tejido –grupal e individual– por el cual se articula conjuntamente la cuestión del tránsito de “nuestro hogar” a “mi hogar” y el de la forma en la que cada una puede apropiarse y “habita” su propio espacio psíquico, en su dimensión actual y en relación con su historia infantil.