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Este artículo abre una reflexión sobre la relación del psicoanalista al tiempo (¿y a su propia finitud?). Interroga el apego a la continuación de la práctica terapéutica a una edad avanzada y, a veces, hasta la muerte del analista. Propone una relación con la concepción misma del inconsciente, de lo que sería su atemporalidad, y una reflexión sobre la misma en el marco particular del grupo clínico, ilustrado por ejemplos de “fuera del tiempo” de grupo.La elección misma de la profesión de psicoanalista podría tener una relación con la concepción de un inconsciente intemporal, y en ciertos casos, con la espera/promesa de una apertura a un fuera del tiempo, protección contra la muerte. El objeto del artículo es llevarnos a una consideración de responsabilidad profesional, una cuestión ética, sobre la forma de pensar el final de la práctica, el final de la sesiones, individuales o grupales.