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La escritura como médium posee una dimensión interrelacional: se dirige al otro, y/o al otro en uno mismo. Pero también tiene una dimensión intrapsíquica: obliga a ponerse en contacto con las propias sensaciones, representaciones y afectos para transformarlos en palabras legibles para los demás. Es una traducción de uno mismo al otro. Utilizamos estas dimensiones intrínsecas a este médium para que la escritura, su lectura y los intercambios que provoca se conviertan en una fuente de asociatividad y reflexividad, para que el distanciamiento que supone la traducción en palabras se convierta en elaboración psíquica. De la proyección en el texto de la transferencia difractada por el dispositivo a la introyección de los contenidos psíquicos elaborados conjuntamente, de la actuación al texto, del texto a la palabra, ilustraremos el funcionamiento de nuestro grupo de escritura con algunas viñetas clínicas.