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Este artículo propone estudiar el despliegue del mecanismo de destructividad en el seno de una institución de atención a mujeres traumatizadas, víctimas de violencia doméstica. A partir de nuestras observaciones clínicas, y utilizando también una nueva herramienta de evaluación de la contenencia, llamada “la institución maravillosa”, mostraremos cómo las experiencias de violencia que son acogidas cotidianamente se actualizan en la contratransferencia de un grupo de profesionales y cómo pueden ser identificadas dentro de este dispositivo de experimentación grupal. A partir de estas observaciones, partimos de la hipótesis de que un proceso de desvinculación, relacionado con una “homología patológica”, y un proceso de “transferencia subjetal” activarían la “función tóxica institucional” (en referencia al yo-piel de Didier Anzieu), obstaculizando así las capacidades de ensoñación y transformación de los profesionales, reflejando las de la población atendida, y generando el recurso a la acción. Frente al fenómeno de destructividad de un grupo, la herramienta de la evaluación del hábitat institucional interno denominada “la institución maravillosa” podría servir de punto de partida para un trabajo de recuperación y transformación, y de restauración de la envoltura psíquica.