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Al contacto con «papeles viejos», la autora de este artículo —archivera, «heredera» o editora por turnos— se preocupa ante todo por la idea de compartirlos: para ello, hay que conservarlos, clasificarlos, inventariarlos, mostrarlos a los investigadores y exégetas, y finalmente publicarlos respetando el documento original. Mientras se mantiene la memoria de la «invención» de los archivos y su protocolo de interpretación, se trata también de comprender los secretos, pequeños o grandes, importantes o irrisorios, que esconden los papeles que un escritor deja tras de sí...