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Los singulares espacios cinematográficos que ha explorado el cine de Kim Ki-duk pueden describirse como heterotópicos. No sólo son grotescos, huraños y excéntricos, sino que además se ubican realmente en Corea, es decir, son localizables. Una parte importante del trabajo de este director consiste en identificar las heterotopías que habitan la sociedad coreana, y luego utilizarlas para construir sus espacios cinematográficos, antes de aplicar sus particularidades a los personajes, los acontecimientos e incluso las imaginaciones. Otro espacio, el cuerpo, que es sometido a todas las formas de violencia en la obra de Kim, refleja la mortificante rigidez social. Otros imaginarios, nacidos principalmente de los lugares heterotópicos del cine de Kim, desafían la sociedad coreana, así como su imaginario típico.