Expectativas, esperanzas... y desesperanza
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Los sueños que tenemos para nuestros hijos reflejan el amor que sentimos por ellos. Más que nada, queremos que nuestros hijos sean felices. Pero este amor ligado a los sueños que tenemos para ellos genera más sufrimiento y dolor que cualquier otra cosa. Nuestro deseo de que tengan éxito en la vida se convierte en expectativas que a menudo se ven defraudadas. A continuación, tratamos de superar esta decepción teniendo grandes esperanzas en ellos. Pero con estas esperanzas viene el temor de que no se hagan realidad. Es entonces cuando nuestro amor herido, decepcionado y preocupado corre el riesgo de convertirse en odio. Para evitar la decepción, el miedo y el odio, debemos aprender a amar a nuestros hijos de forma diferente.
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