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Incluso cuando se alejan del ámbito de la primera infancia, los médicos nunca abandonan realmente el mundo del bebé; siempre hay un bebé en alguna parte, en nosotros y en nuestros pacientes. Siempre hay un bebé con el que soñar... y hay lugares donde nuestra capacidad de soñar, que es una de nuestras herramientas de trabajo, está siendo atacada. Los obstáculos institucionales, las restricciones dogmáticas, la «crisis», etc., impiden soñar, jugar, poetizar, etc. Sin embargo, son un recurso fundamental, tanto para los niños a nuestro cargo como para los profesionales que trabajan con ellos. Jugar, soñar, inventar... Eso es a lo que aspiramos cuando damos la bienvenida a los niños pequeños, y es también lo que determina el enfoque de nuestro trabajo con los bebés mayores, los rotos, los «atípicos». También es lo que permite a los profesionales añadir un toque de sal a su a veces difícil vida cotidiana.