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Los bebés, estos pequeños semiólogos por necesidad, son asombrosos lectores de imágenes. Asumen con sutileza y singularidad el contenido sensible de los libros infantiles que les son propuestos. Para mí, como autora, la profundidad de esta «lectura» es un incentivo formidable para dejar que todo lo que aflora y hace eco de las experiencias de la vida se manifieste en imágenes y palabras. En este proceso creativo probablemente se entretejen estos hilos invisibles, ligados a los inicios de mi propia historia... Pero más allá de eso, se entrelazan sin duda las agudas y abundantes hebras de pensamiento inspiradas por los bebés y su sorprendente sagacidad.