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Respecto a los aspectos teóricos de una sociología del deporte inspirada por Bourdieu, es arriesgado aventurarse en un análisis simbólico de un elemento aereo en el que seguidores del “vuelo libre” comenzaron a practicar en los años 75 después de la difusión de esta actividad en Francia. Aspirando en un levantamiento de ciertas limitaciones y en busca de nuevos tipos de vértigo, se abrió así -y muy oportunamente a la juventud masculina- un campo de “vuelos” sensacional para el “gran aire“, en nuevos” espacios libres “… Las reflexiones que vamos a leer se basan en un retorno a las obras poco conocidas de Gaston Bachelard sobre la poética de los cuatro elementos (Tierra y Aire, Agua y Fuego). Leyendo a este filósofo de la ciencia rigurosa, escapándose en el análisis de nuestras producciones imaginarias y poéticas, observamos que identificó los “materiales” más “duros” y rocosos (llamados la “Tierra de la voluntad”), inspirando una especie de “dinamogenia”, se convierte en el apoyo preferencial de la “maniobra de la virilidad” y los gestos “penetrantes” … En contraste con este sueño corporal imaginario - golpear y perforar piedras o rocas - “Aire” es el elemento más ligero, flotante e impalpable; el menor “material” y el más “fluido” pero también el más “actual”; que él define como “el Elemento” por excelencia “de nuestra libertad”! Estos son juegos de oposiciones dinamógenas que han demostrado ser bastante reveladores en el examen de la producción de sabores deportivos contrastantes, mientras que al mismo tiempo construyen un significado simbólico “primitivo y eterno” icónico de nuestros vuelos.