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¡En 1968 tenía veinte años! Era estudiante de educación física y deportiva. Me involucré en el activismo político y sindical. ¿Qué queda de él? Revisando mis archivos, me doy cuenta de que siempre me he guiado por un principio general en todo lo que he emprendido: «no aceptar que las organizaciones sociales en las que participamos se desvíen de los valores que deseamos que triunfen en la sociedad a la que aspiramos». Estos valores, incorporados desde mi más tierna edad, maduraron durante mis siguientes experiencias: en la ciudad universitaria, en la UNEF (Unión Nacional de Estudiantes de Francia), la ONEEPS (Organización Nacional de Profesores de Educación Física), la OCI (Organización Comunista Internacional), en el marco de la Tendencia del Manifiesto, la SGEN, pero también como profesor de educación física y deportiva, como profesor de judo, en la universidad y en la investigación, y todavía hoy en la AEEPS (Asociación para la Enseñanza de la Educación Física y Deportiva) y en la AFRAPS (Asociación Francófona para la Investigación sobre las Actividades Físicas y Deportivas). Pensándolo bien, estos valores son básicamente los mismos que me impulsaron a movilizarme en mayo del 68.