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El autor cuestiona el modelo de cuerpo que predomina en la práctica deportiva y propone considerar el cuerpo como modalidad de habitar el mundo, desde una óptica fenomenológica. El habitar corporal se apoya en el diálogo tónico que constituye su materia. La modulación tónica espacializa y temporaliza al sujeto, lo que sienta las bases de su expresividad, un concepto que debe extenderse al ámbito deportivo. La conciencia corporal se convierte así en conciencia a través del cuerpo. De ese modo emerge una ecología corporal consistente en habitar el mundo en un diálogo cuyo gesto y práctica deportivos constituyen modalidades de pleno derecho.