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La confrontación de dos investigaciones etnográficas sobre los mercados, una en La Paz y la otra en Roubaix, pone de manifiesto de qué modo las relaciones sociales de género se insertan en un conjunto complejo de identificaciones étnicas, profesionales, sexuales que toma en cuenta la generación y el nivel educativo. En La Paz, los puestos de los mercados son ocupados casi exclusivamente por mujeres migrantes, a menudo analfabetas y responsables de la economía familiar; a partir de los años ochenta, la masculinización del comercio callejero se acompaña de una voluntad por parte de las mujeres de conservar su relativo monopolio. En los mercados de Roubaix, existe una gran mayoría de hombres provenientes de África del Norte, excluidos del mercado laboral asalariado. Las mujeres son muy minoritarias, suelen no tener una carrera y en la mayoría de los casos son ellas las responsables de la economía familiar. En ambos casos, el mercado supone una forma de trabajo no asalariado que permite la emancipación de las mujeres respecto de los hombres.