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El empleo de las mujeres con discapacidad se enfrenta a barreras cada vez mayores debido a su discapacidad, su inaccesibilidad, pero sobre todo por ser mujeres. Su participación en la vida económica se ve obstaculizada por prejuicios y estereotipos en todos los aspectos del empleo: educación, orientación, contratación, desempleo, carrera profesional, gestión del tiempo, jubilación. Apenas son invisibles en las publicaciones de estudios y estadísticas; de ahí su ausencia en las políticas públicas sobre discapacidad e igualdad de género hasta hace muy poco. Las mujeres con discapacidad se encuentran entre las poblaciones más marginadas y vulnerables. Es hora de que la sociedad cambie su visión de las mujeres con discapacidad, no como una carga, sino como poseedoras de talentos, habilidades y conocimientos. Las mujeres con discapacidad son agentes de cambio y una ventaja para las empresas e instituciones.