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Tras la muerte de Léon Blum, André Blumel, su antiguo jefe de gabinete, se convirtió en uno de los principales guardianes de su memoria, pero también en el más especial. Realiza su labor histórica como socialista de la izquierda unitaria y luego opositor de la SFIO (Sección Francesa de la Internacional Obrera), así como, paradójicamente, un amigo sincero. Se tuvo que situar en relación con la historia, así como en relación con los otros portadores de la memoria de Blum en la izquierda, la Sociedad de Amigos de Léon Blum, los opositores socialistas de izquierda de su propia índole y los comunistas. Se trata, pues, de una excelente observación del desconocido territorio de la memoria, en el cual él es uno de los actores más destacados, antes de convertirse en uno de sus dirigentes.