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En 1947, los parlamentarios franceses recibieron un breve manifiesto titulado Sur un oubli dans le Plan Monnet. Un appel aux pouvoirs publics («Sobre un olvido en el Plan Monnet. Un llamamiento a los poderes públicos»), seguido de más de 500 firmas de científicos, en protesta por la ausencia de la investigación científica en los proyectos de la Comisión General de Planificación. Es la primera vez que surge un movimiento tan fuerte entre los «trabajadores científicos», con el objetivo de reclamar la intervención directa del Estado y el establecimiento de una política global para la enseñanza superior y la investigación. Los propios científicos reivindican así una reorganización del marco institucional de su actividad, convirtiéndola en una inversión nacional y en una palanca para el desarrollo del aparato productivo.