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En la segunda mitad de los años sesenta, en Chicago, las organizaciones que defendían la ideología del «poder negro» movilizaron a un número sin precedentes de jóvenes afroamericanos para participar en protestas contra la brutalidad policial. Este artículo muestra el ambiguo papel desempeñado por estas protestas en la lucha global por los derechos civiles en Chicago. Se sostiene que este enfoque resultó ser divisivo para la comunidad negra y le impidió desarrollar un programa de reivindicaciones más ambicioso. Esto se debió en gran parte al papel central que desempeñó la política del mantenimiento del orden en la comunidad negra de Chicago, situación que hizo que muchos líderes cívicos y religiosos clave fueran reacios a apoyar las protestas contra la policía.