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La relación de los quebequenses con Francia nunca ha sido neutra. Si bien rechazaban los ideales republicanos, las élites tradicionalistas del pasado admiraban la Francia del Grand Siècle, hija mayor de la Iglesia. Este texto intenta demostrar que, desde los años sesenta, entre los intelectuales quebequenses más destacados, la herencia francesa ha sido desacreditada en su conjunto. Estas nuevas élites modernistas rechazan tanto su Antiguo Régimen, no igualitario, como su modelo republicano de integración de los recién llegados, que ha sido considerado intolerante en los recientes debates sobre la laicidad. La popularidad del concepto de americanidad y la adhesión al multiculturalismo liberal por parte de las élites intelectuales de Quebec no serían ajenas a este rechazo de la herencia francesa.