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En los albores del siglo XX, y ya fortalecido con su nueva dimensión nacional, el movimiento sindical italiano también hizo su aparición en la escena internacional, encarando las diferentes realidades de los principales países europeos. Para los socialistas, el sindicato alemán «libre» era un ejemplo de organización ineludible, sobre todo para los dirigentes de las federaciones; pero para la jerarquía confederal, en el plano político, el laborismo inglés seguía siendo el modelo insuperable. La madurez del sistema británico también atrajo a los republicanos. Por otra parte, el caso francés siguió interesando principalmente a las corrientes revolucionarias, sindicalistas y anarquistas. Para los católicos, las asociaciones confesionales alemanas sirvieron de referencia tanto organizativa como ideológica.