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Este artículo se propone estudiar cómo las autoridades británicas, sus servicios de inteligencia y sus diplomáticos abordaron el ascenso de los Hermanos Musulmanes en la escena política egipcia durante la Segunda Guerra Mundial. Sujetos a una estrecha vigilancia, los Hermanos Musulmanes fueron considerados elementos subversivos cuya amenaza a los intereses británicos debía evaluarse y cuya expansión debía impedirse. Reforzado por el contexto de la guerra, este prisma securitario llevó a ciertos agentes de la embajada y de los servicios secretos de El Cairo a tratar de bloquear el éxito de los Hermanos. Oscilando entre intereses pragmáticos y antagonismos culturales, el repertorio de las acciones y los análisis implementados arrojan luz sobre las reticencias de las diplomacias occidentales hacia los actores islamistas.