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Le risque infectieux observé en milieu hospitalier prend la forme d’un paradoxe : en effaçant les frontières entre soignants et patients, entre normal et pathologique, les infections nosocomiales menacent ceux-là mêmes qui sont censés les prévenir, à la fois dans leur intégrité physique et dans leur identité professionnelle. Aux Hôpitaux universitaires de Genève, 38 professionnels de la santé témoignent de leurs résistances à observer le strict protocole de l’hygiène des mains lorsqu’il interfère avec le contact patient. La double contrainte qui met les soignants en demeure d’assurer à la fois un contact aseptique et une bonne relation au malade déplace le problème de l’observance vers un espace plus social que médical, plus rituel que technique.

Prevailing over dirt: compliance with hand hygiene in hospital settingsInfectious risks in hospital environments present a particular paradox. Because nosocomial infections blur the boundaries between care-givers and patients, between the normal and the pathological, they threaten the physical health and the professional identity of the very people who are supposed to prevent them. At the University Hospitals of Geneva, 38 health-care professionals recount their resistance to the observance of the strict hand hygiene protocol when it interferes with patient contact. The dual constraint that requires of care-givers to maintain an aseptic contact with patients as well as a good relationship with them shifts the problem of observance to an area that is more social than medical and more ritual than technical.

Vencer a la impureza : la observancia de la higiene de las manos en el sector hospitalarioEl riesgo de infección observado en el sector hospitalario se convierte en una paradoja : al borrar las fronteras entre los auxiliares de clínica y los pacientes, entre lo normal y lo patológico, las infecciones nosocomiales amenazan a las mismas personas que deberían prevenirlas, tanto en su integridad física como en su identidad profesional. En los Hospitales Universitarios de Ginebra, 38 profesionales de la salud atestan de la dificultad de respetar el estricto protocolo de la higiene de manos cuando se interfiere con el paciente. La doble cohibición a la que se enfrentan los auxiliares de clínica, que deben por un lado asegurar el contacto aséptico y por otro lado mantener una buena relación con el paciente, desplaza el problema de la observancia hacia una zona fuera de las normas, volviéndolo más social que medical, más ritual que técnico.