Fazzi, Elisa

Evaluación y tratamiento de los trastornos visuales en el niño prematuro - 2016.


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En los últimos años, ha aumentado el interés por estudiar las consecuencias de las lesiones cerebrales tempranas. Los trastornos visuales son secuelas frecuentes de los nacimientos prematuros: pueden ser el resultado de daños periféricos (retina o nervio óptico), pero también pueden implicar ampliamente las vías visuales en diferentes niveles de las estructuras cerebrales. Los trastornos neurovisuales (causados por daños o disfunciones de las vías visuales retrogeniculadas) son una de las principales causas de discapacidad visual en los bebés prematuros. Esto es resultado tanto del aumento de la tasa de supervivencia de los niños nacidos prematuramente (que están potencialmente en riesgo de sufrir daños cerebrales) como de la mejora de la capacidad para diagnosticar el déficit visual, incluso a una edad muy temprana, lo que nos ha permitido identificar mejor las situaciones clínicas complejas o no identificadas anteriormente. Los perfiles clínicos de los trastornos visuales son muy heterogéneos, dependiendo del nivel en el que estén implicadas las vías visuales y en razón de la neuroplasticidad y las influencias del entorno que pueden inducir una reorganización de las funciones visuales en plena maduración. Recientemente, las investigaciones se han centrado en el déficit de las capacidades visuales superiores en el niño prematuro, en relación con el procesamiento de las vía dorsal y la vía ventral. Estos trastornos, denominados «trastornos de la cognición visual», pueden estar asociados a trastornos neuroftalmológicos o constituir las principales expresiones clínicas de los trastornos neurovisuales. La existencia de muchos síntomas diferentes hace que las disfunciones visuales cognitivas sean difíciles de definir y detectar, especialmente cuando un niño presenta formas más discretas de discapacidad visual que podrían contribuir a las dificultades de aprendizaje y autonomía en la vida cotidiana. A pesar de esta heterogeneidad y variabilidad, es indispensable la identificación temprana de un trastorno neurovisual, ya que puede conducir al inicio del tratamiento en un momento en el que el potencial de uso de los procesos de maduración, plasticidad y adaptación del sistema visual es máximo. Evidentemente, es esencial que los profesionales que están en contacto con estos niños sean capaces de reconocer las señales de alarma.