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El autor se interesa por la risa en sesión, no aquélla producto del efecto cómico del chiste, de la que Freud nos dice que es un obsequio placentero, sino más bien la risa de pavor relacionada con la angustia. Retomando la proposición de G. Diaktine que ve en la alegría del encuentro del hijo con la madre que ha estado ausente el prototipo de la risa cómica, el autor se interroga a partir de dos situaciones clínicas sobre la risa de pavor como reveladora de huellas de traumatismos precoces. Un encuentro irrealizado con el objeto primario, que se repite en la carga transferencial, busca nuevos cauces.