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Ante la proliferación de discursos de odio en Internet, la respuesta más común es moderar los contenidos, regular la palabra y desarrollar protocolos digitales para identificar y excluir automáticamente los enunciados que incitan al odio. Este artículo propone remontarse a los inicios de este proceso examinando el modo en que el discurso de odio transfigura los afectos reales dotándolos de una trayectoria específica a través de la creación de un objeto de odio. A partir de un corpus de discursos de «agitadores de la web» que operan en YouTube, el análisis muestra que estos discursos implican una excitación de los afectos, una desviación de estos y una evasión del mundo objetivo. La desaparición del mundo, unida al odio hacia objetivos concretos, caracteriza esta trayectoria de odio propia de una «política del resentimiento» en las antípodas de la acción democrática. La propia naturaleza de esta última es transfigurar los afectos en objetos discursivos que constituyen la base de un mundo perturbado destinado a convertirse en objeto de deliberación en el ámbito público. Otra respuesta a la proliferación de los discursos de odio es, por tanto, alimentar las condiciones materiales y sociales que hacen posible «cuidar» y ampliar el espacio público de la experiencia, la indagación y la deliberación.