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Hace 40 años, Anthony DeCasper desarrolló una nueva psicología infantil que podría transformar nuestra comprensión científica de las motivaciones compartidas. Al desarrollar un procedimiento operativo para estudiar las iniciativas del recién nacido en busca de experiencias, aclaró cómo, en la mente humana, el comportamiento es producto de medidas temporales. Su método ofrece a los recién nacidos la oportunidad de dirigir las sensaciones recibidas durante su comportamiento de succión para seleccionar una experiencia específica al hacer una elección. Demostró que el feto aprende la voz de su madre y puede apreciar los ritmos y melodías de sus movimientos. Con sus colegas de la Universidad de Carolina del Norte y de París, exploró las dinámicas musicales y las emociones de las narraciones compartidas que impulsan la adquisición del habla, el lenguaje y otras habilidades culturales. Con sus colegas franceses, grabó los cambios en el latido del corazón del feto para detectar sus emociones y su placer al escuchar las canciones y rimas infantiles recitadas por la madre. Inspirados por el coraje y la imaginación de la vida científica de Tony, creemos que la apreciación estética y moral de las experiencias humanas es una parte esencial de nuestra naturaleza autopoiética, que no es solo el producto de un razonamiento adquirido y de representaciones simbólicas.