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La alienación es un proceso psíquico que no es estático y puede afectar a toda una institución, e incluso a un terapeuta. Algo que los antipsiquiatras ingleses (Laing, Esterson, Cooper) habían identificado: sin saberlo, una institución repite y prolonga el proceso de alienación que un sujeto sufrió en su familia. Se trata simplemente de pasar de una escena primaria a una secundaria. Quiero destacar esta circulación de la alienación tomando el ejemplo de las interpretaciones y teorizaciones como manifestación contratransferencial del delirio paranoico, en el que la contratransferencia del analista repite el proceso de alienación, ya sea en la práctica clínica o en ciertas elaboraciones teóricas, tales como no hay Otro en la psicosis o no hay transferencia en la psicosis: lo que hace del sujeto un «auténtico» alienado en el sentido de un extraño a mi mundo. Igualmente, la noción de forclusión, que es radical en oposición al rechazo de Freud que reconocía un retorno de lo rechazado —como de lo reprimido— en otro lugar psíquico, como la alucinación, es decir, en el lenguaje de los sueños y en otra escena. Utilizo al presidente Schreber como ejemplo para mostrar que ciertas interpretaciones no hacen sino prolongar la alienación contra la que luchaba, lo que no se entiende por razones contratransferenciales.