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Considerado por sus contemporáneos como un discípulo a la vez convencido y defensor de Émile Durkheim, el recuerdo de Maurice Halbwachs ha conocido desde su muerte tres períodos claramente diferenciables, que siguen el ritmo de su actualidad editorial: en primer lugar, de 1945 a 1955, un intento de rescate que, según varias modalidades, trata de distinguirlo de la «escuela sociológica francesa» para aclimatarlo mejor a las nuevas orientaciones de una sociología que se estaba reinventando; a continuación, entre 1964 y 1976, una combinación entre la permanencia de las lecturas de posguerra y la reinscripción histórica en la estela de É. Durkheim; por último, desde principios de los años noventa, y teniendo en cuenta el entusiasmo con el concepto de memoria colectiva, una nueva lógica de distinción que intenta justificar lo excepcional de sus investigaciones. La vida póstuma de M. Halbwachs descrita aquí permite examinar tanto los esquemas de lectura que conforman la visión que se tiene de su obra como cuestionar los obstáculos que dificultan la escritura de su propia historia por parte de la sociología francesa.