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Este artículo se basa en viñetas clínicas de un grupo mediado por la danza, animado por dos de las autoras y supervisado por la tercera. Este dispositivo terapéutico está destinado a cuatro dúos de padres e hijos. Se trata de niños de 4 años, escolarizados en el jardín de infantes, con trastornos generalizados del desarrollo relacionados con el autismo. Este grupo forma parte de la atención terapéutica ofrecida por un CMPP y forma parte de un proyecto de investigación más amplio que incluye otros grupos basados en la misma mediación. Nos centraremos en el lugar del suelo en general y en el ritual de separación del grupo en particular. El suelo es un elemento fundamental en la danza: punto de contacto y base de apoyo para el movimiento, es, junto con el cuerpo y el espacio, el material privilegiado del bailarín. En el desarrollo del niño en general y en el TEA en particular, el anclaje en el suelo da una información precisa sobre la calidad del vínculo, mientras que en la relación con el otro, y a fortiori entre padre e hijo, se da como un sitio de inversión psíquica mutua. Trabajaremos aquí para presentar la potencialidad grupal de esta interfaz entre niños, padres y terapeutas, todos bailarines, todos en busca de apoyo en el grupo por intermedio del apoyo en el suelo.