Las previsiones energéticas y sus incertidumbres
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Como señala Jean-Marie Chevalier en este mismo número, es una cuestión delicada decidir hoy cuál será la evolución de los precios de la energía y considerar cómo se transformarán los sistemas de producción de energía. Así lo confirman Rodolphe Greggio y Benoît Mafféï, quienes han estudiado la manera en que se elaboran las previsiones energéticas a largo plazo y han llegado a la conclusión de que, en la situación actual, están condenadas al fracaso, sobre todo por la dificultad de hacer previsiones fiables en cuanto a la evolución de la demanda de energía, que es el resultado de una evolución exógena y opaca a largo plazo (crecimiento demográfico, crecimiento económico, productividad, eficiencia energética, etc.). Esto también se debe a cierto número de errores en la anticipación de los avances tecnológicos: una «edad de oro» del gas natural anticipada demasiado pronto, el vals del pico del petróleo, un pico mineral que no tuvo el impacto previsto inicialmente, un declive de la energía nuclear que debe ser relativizado, etc. Por último, esto es el resultado de diversos factores de índole política y geopolítica relacionados con los respectivos activos de los países en el ámbito de la energía y su estrategia de independencia en este ámbito: Estados Unidos y el gas de esquisto, Francia y la energía nuclear, Alemania y las energías renovables, por ejemplo. Por supuesto, el contexto actual sugiere que ha llegado el momento de una transición gradual de las energías basadas en el carbono a las renovables, pero de ahí a prever con exactitud cuándo, en qué proporciones y a qué escala geográfica tendrá lugar esta transición hay un paso que aún parece difícil de franquear.
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