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Los estereotipos siguen vivos. Nunca hemos vivido rodeados de tantos estereotipos como hoy en día, y nunca hemos sido capaces de identificarlos, analizarlos y deconstruirlos todos al mismo tiempo. Es una paradoja, pero que pertenece a nuestro tiempo, en el que estos temas son ahora cuestiones políticas importantes. Los estereotipos cuestionan la convivencia, las cuestiones interculturales, el concepto de «diversidad» y nuestras sociedades mixtas y globalizadas en un momento de auge de los populismos y de rechazo de la inmigración. Vivimos en una época en la que pretendemos «descolonizar las artes», reconcebir nuestros museos y decidir qué hacer con las colecciones que están allí y que fueron «saqueadas en la época de las conquistas coloniales», y también cuestionamos la enseñanza de la historia y el concepto de «ser francés». Por esta razón, nos parece importante plantear interrogantes sobre el mundo de los museos y el mundo de la historia, en definitiva, replantearnos nuestro imaginario. Más que reconocer la existencia de la discriminación racial en la sociedad francesa y en nuestros museos, el movimiento poscolonial iniciado hace poco más de veinte años en Francia ha puesto de relieve, por lo tanto, principalmente la capacidad de los poderes públicos para ocultar los procesos de racialización y el mantenimiento de la creencia en el cumplimiento efectivo de la norma del daltonismo racial. Desde este punto de vista, es absolutamente evidente el estatus de la cuestión racial como «secreto público» en el contexto republicano, ya que se suponía que fomentaba el reconocimiento público del problema, pero en cambio ha contribuido a ocultarlo. Mientras que la reflexión de la corriente poscolonial permite encontrar «juntos» una salida a este callejón «racial», la corriente descolonial es más radical y cree que las artes y los museos no pueden descolonizarse desde dentro. Este es, sin duda, uno de los desafíos del mañana: descolonizar los museos, deconstruir los estereotipos que permanecen latentes en ellos y (algún día) abrir un museo de historia colonial en este país. Una paradoja profundamente francesa es el hecho de haber «poseído» el segundo imperio colonial más grande del mundo y no contar con ningún lugar para informarse al respecto.